Los Domingos existo
y nada más,
me siento y charlo con el tiempo.
Domingos, monólogos,
posits olvidados en la nevera,
pienso en ti, entre otras cosas.
Son agua entre dos mundos,
-el pasado, y la semana que viene
con sus pitidos y sus horarios
y sus obligadas responsabilidades-
son un suspiro entre inspiraciones,
son nada, quizás.
Pensé en ti, entre otras cosas.
Esribo de noche, umbral
del peor de los siete.
Dios debió empezar un Martes,
o dejarle a Darwin todo el trabajo
de una santa vez.
No hay luna, creo,
no la veo desde aquí.
Pronto iré a la cama y firmaré
el fin de la tregua,
y empezaré a trazar planes
y horizontes
y a pensar en ti, entre otras cosas,
para dormir creyéndome fuerte,
y despertar... en fin...
despertar en Lunes.
Quizás eso describe lo que un Domingo supone para mí, y supongo que para muchos. Aunque claro, el no hacer nada hoy día se asocia con no hacer nada de lo que se supone que deberías hacer, no sé si me explico. Hoy Domingo he hecho cosas que se supone que no debería hacer, desde el punto de vista de mi apretada y preocupada conciencia universitaria. Al menos he hecho menos de lo que se supone que habría tenido que hacer, pero eso no implica que me haya quedado en una posición horizontal todo el día alimentándome por vía enteral, sino que he hecho cosas que no me puedo permitir los otros 6 días de la semana. Fácil no? Pues los echaré de menos, porque creo que ahora viene una racha en la que van a tener que desaparecer. Pero volverán...
Y bueno, ahí tenéis mi opinión, ahora procederé a acostarme, y con ello, a dar paso al Lunes. Descansad.
Ah, y creo que ya sé por qué tenemos políticos así en España: